Historias. Un mes (agosto) y una cita (los JJOO) que han marcado la historia de la Selección - LEYENDAS ESPAÑA
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HISTORIAS DE LA SELECCIÓN

Un mes (agosto) y una cita (los JJOO) que han marcado la historia de la Selección

Por Rogelio Núñez

Ha sido un mes de agosto apasionante gracias a los JJOO que se han disputado en la ciudad brasileña de Río de Janeiro. España ha cosechado 17 medallas y nuestros atletas han completado una gran actuación. Históricamente, las citas olímpicas y el mes de agosto están muy vinculados con nuestra Selección de fútbol por dos motivos. En primer lugar porque debido a unos Juegos, los de 1920 en Amberes, nació nuestra Selección. La partida de nacimiento del equipo nacional arranca ahí precisamente, en los JJOO que tuvieron lugar en esa ciudad belga.

En segundo lugar, allí además se forjó una forma de entender el fútbol, la furia, surgieron algunos de los primeros héroes de nuestro combinado nacional (Ricardo Zamora, Pichichi o Belauste entre otros) e incluso aparecieron algunas frases que ya pertenecen al acervo de nuestro equipo. El famoso “¡A mí el pelotón, Sabino que los arrollo!” de Belauste o el no menos conocido del “1-0 y Zamora de portero”.

Del nacimiento de un equipo al surgimiento de un espíritu

Aquel 28 de agosto de 1920 España le ganaba a Dinamarca por 1-0 en su estreno como equipo durante los Juegos Olímpicos. Pese a que fue la ciudad belga de Amberes la que albergó la primera cita olímpica tras la I Guerra Mundial, Bruselas fue la ciudad que acogió el primer encuentro en la historia de la Selección española de fútbol. Ante los tres mil espectadores congregados en el estadio de La Butte, España se midió a los daneses y se llevó la victoria en aquel estreno verdaderamente histórico. El vasco Patricio Arabolaza, a los once minutos de la segunda parte, de marcó el primer y único tanto.

Así, con tan buen pie, empezó un camino que condujo hasta la medalla de plata en esos Juegos. Patricio formó parte de aquel primer once en el que estaban también Zamora, Otero, Arrate, Samitier, Belauste, Eguiazabal, Pagaza, Sesúmaga, Pichichi y Acedo. En total ocho vascos, dos catalanes, un gallego con el madrileño Francisco, Paco, Bru como Seleccionador. Luego vendrían la derrota ante Bélgica por 3-1, la victoria 2-1 contra Suecia, donde nació realmente “la Furia española”, el triunfo contra Italia (0-2) y la victoria ante Holanda que nos valió alcanzar la medalla de plata tras ganar por 3 goles a 1.

Pedro Vallana, uno de los jugadores seleccionados para los JJOO de 1920 y de 1924, llegó a asegurar que “en Amberes ganamos por corazón, no por ciencia de juego. ¡Corazón, es preciso corazón! “. Y en esa misma línea la revista Aire Libre, reiteraba que “el ejemplo de Amberes hay que recordarlo siempre. Allí, más que la ciencia, en los días duros de prueba, fue el empuje, el valor, la furia apoyada por el músculo, lo que puso el pabellón de España tan alto. Nuestra modalidad típica, la célebre furia de Amberes, es la acometividad y la rapidez. Esto es lo esencial de nuestro fútbol de altura y lo que nos ha familiarizado con la victoria”.

Otra herencia que dejó aquella primera experiencia olímpica consistió en que la Selección, apenas recién nacida, consiguió en los JJOO de 1920 consolidarse y hacerse un hueco entre los grandes equipos del momento, aquellos que dominaban el fútbol europeo. El famoso periodista de la época, Handicap, en Madrid Sport, lo recordaba de esta manera:

“El team español fue, como sabéis, el que más bregó en la Olimpiada. Cinco partidos en una semana, con cuatro victorias netas, acusan una labor meritísima, colosal, del plantel de footballistas que España envió a Amberes, para conquistar un nombre en el deporte mundial. Un nombre obtenido en una Olimpiada, España ha alcanzado tan enorme triunfo, merced al gran amor que sus footballistas sintieron por su patria al pisar el terreno del football de Bruselas y Amberes, merced al entusiasmo y valentía que supieron imprimir a su rápido y científico juego, y merced, también, a disponer de una veintena de jugadores que se alternaron para sostener briosamente el football hispano. Los españoles footballistas dejaron en Amberes una impresión de formidables equipiers, llamando extraordinariamente la atención por la «furia» (así decían los periódicos belgas), que ponían en sus jugadas. Nosotros, los que les vimos jugar, nunca podremos olvidar el esfuerzo que hicieron para lograr victorias con un once sin preparación. No quiero pensar lo que ocurriría si va nuestro equipo cuidadosamente entrenado. El campeonato del mundo sería nuestro con relativa facilidad. Me he convencido que en España, así como suena, podemos tener -el mejor team internacional, por la característica de juego rápido y decidido de nuestros footballers. Ellos han sido los que más veces han hecho izar el pabellón de su nación en Bruselas y Amberes. Quedaron clasificados los segundos, pero por su actuación, moralmente, son los primeros. Ahora sí que puede decirse que España ha puesto la pica en Flandes”.

Del oro en Barcelona ´92…

Entre 1920 y 2008 la Selección española completó su particular travesía del desierto en cuanto a títulos se refiere que solo se vio alterada por escasos oasis de alegría. Estos triunfos fueron la Copa de Europa de Naciones de 1964, conquistada en Madrid tras ganar en la final a la URSS con el famoso gol de cabeza de Marcelino; el oro olímpico en Barcelona ´92; y la plata en Sídney 2000.

Por tanto, el segundo éxito olímpico llegó en una fecha y un lugar muy especial: en Barcelona ´92.

Esa sequía de triunfos de la Selección se rompió en 1992, en los emblemáticos JJOO de Barcelona cuando el equipo de Vicente Miera, con Pep Guardiola como uno de sus referentes, se hizo con la medalla de oro. Miera tenía sus órdenes además a Toni, Ferrer, Lasa, Solozábal, López, Luis Enrique, Abelardo, Berges, Kiko… “Eran los jugadores de la época más completos de Europa. Pesaba un poco el mal papel del Mundial 82, pero este grupo nuevo llegó con muchísima ilusión”, recordaba tiempo después en ABC el propio Seleccionador.

Aquel oro llegó en una calurosa noche, la del 8 de agosto de 1992. El equipo dirigido magistralmente por Guardiola se plantó en la final ante Polonia tras ganar de forma brillante a Colombia por 4-0, a Egipto y Catar por 2-0 y en cuartos a Italia por 1-0 (con tanto decisivo de Kiko). En semifinales, el combinado nacional se impuso a Ghana por 2 a 0. La Selección de Vicente Miera alcanzó, por lo tanto, la final del Camp Nou sin encajar ni un solo tanto: invicta e imbatida.

Ese encuentro empezó mal debido a que los polacos se adelantaron en el marcador gracias a Kowalczyk. Luego Abelardo igualó el partido tras rematar un centro de Guardiola y entonces apareció Kiko quien primero adelantó a la Selección (2-1) y a segundos del final evitó con otro gol la prórroga (3-2) y dio la medalla de oro a España. El jerezano ha confesado que esos goles le cambiaron la vida: «En ese momento sentí que me saqué el carnet de futbolista. Venía del Cádiz, de las promociones, entré por la lesión de un compañero en esa Selección olímpica y me veo marcando un gol que pasó a la historia de nuestro fútbol. ¡Fue precioso! Cuando marqué y ganamos la medalla, me convencí de que iba a vivir del fútbol».

… a la plata en Sídney 2000

Los Juegos Olímpicos celebrados en Australia en 2000 nos dejaron la segunda medalla de plata en la historia de la Selección. En la final ante Camerún, sólo la tanda de penaltis impidió a España tocar la gloria.

Una generación única en el fútbol español de la que salieron varios futuros campeones del Mundo (Xavi, Puyol, Marchena o Capdevila) rozó lo más alto del podio en el estadio olímpico de Sídney en aquel emblemático año 2000. “Tenemos un equipo bueno, muchos están jugando en Primera División, cosa que antes no sucedía. Ahora todos los jugadores tienen un rendimiento contrastado en Primera, tenemos ese estilo de juego que nos caracteriza y que los jugadores de esta Selección practican”, confesaba en aquellos días el Seleccionador, Iñaki Sáez.

Tras llegar a la final de los Juegos Olímpicos, la Camerún de Samuel Eto’o era la rival en un partido que comenzó ganando el equipo de Sáez con gol de Xavi, al saque de una falta. España aguantó el ritmo de los africanos y marcó el segundo tanto antes del descanso, con jugada de Xavi y gol de Gabri. En la segunda mitad las expulsiones de José Mari y Gabri, dejaron a la Selección con nueve. Además la suerte no acompañó cuando un rebote dio en Iván Amaya y el balón se coló en la portería de Aranzubia. El segundo gol de Camerún fue obra de Eto’o. Los internacionales consiguieron aguantar la intensidad del rival pero en la tanda de penaltis la suerte cayó del lado africano.

El fisioterapeuta de la Selección en aquellos años, Julio Carmona, confesaba que se trató de «la mayor decepción personal de todos los torneos en los que he estado porque pensé que íbamos a llevarnos la final contra Camerún. Recuerdo que vencíamos por dos a cero al descanso y yo coincidí con el presidente Ángel María Villar al que le dije que iba a ocuparme de mi botiquín porque el partido estaba ganado. Él me miró muy serio y como buen ex-jugador me dijo que nada está ganado hasta que el árbitro pita el final. De esa forma en la segunda parte sufrimos dos expulsiones, Camerún empató el partido y al final perdimos el oro en la tanda de penaltis. No olvidaré nunca las palabras del presidente».

Fue, en definitiva, un gran éxito (plata en unos JJOO) pero también una derrota que marcó a muchos jugadores como fue el caso de Xavi quien en un libro de Ferran Martínez, ‘Ser Olímpico’, recordaba así aquella final: “¡Me cago en la leche! -exclama Xavi en el libro-. Es lo que pienso ahora repasando el currículo y veo la plata en los Juegos. Tengo esa espina clavada. He tenido la gran suerte de jugar en el Barça y en la selección española y poder ganar muchos títulos. Pero si hubiéramos ganado el oro, el palmarés sería impoluto”.

Así pues, este 28 de agosto la Selección española está de cumpleaños, 96 en concreto. Eso quiere decir que en cuatro más estaremos celebrando, nada más y nada menos, que 100 años, todo un siglo, de historia de nuestra Selección española de fútbol.

Rogelio Núñez

Doctor en Historia por la Universidad Complutense